¿Qué es el TDA-H?

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un síndrome conductual con bases neurobiológicas y un fuerte componente genético.  Es un transtorno muy prevalente que, según estimaciones, afecta entre un 5 y un 10% de la población infanto-juvenil, siendo unas 3 veces más frecuente en varones. No se han demostrado diferencias entre diferentes áreas geográficas, grupos culturales o niveles socioeconómicos. Representa entre el 20 y el 40% de las consultas en los servicios de psiquiatría infanto-juvenil.

Se trata de un trastorno neurológico del comportamiento caracterizado por distracción moderada a severa, períodos de atención breve, inquietud motora, inestabilidad emocional y conductas impulsivas. Tiene una muy alta respuesta al tratamiento, aunque se acompaña de altas tasas de comorbilidad psiquiátrica. Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV): «Habitualmente, los síntomas empeoran en las situaciones que exigen una atención o un esfuerzo mental sostenidos o que carecen de atractivo o novedad intrínsecos (p. ej., escuchar al maestro en clase, hacer los deberes, escuchar o leer textos largos, o trabajar en tareas monótonas o repetitivas)».

Esta disfunción neurobiológica fue reconocida primero en la edad infantil. Sin embargo, en la medida en que fue mejor comprendida, se reconoció su carácter crónico, ya que persiste y se manifiesta más allá de la adolescencia. Los estudios de seguimiento a largo plazo han demostrado que entre el 60 y el 75% de los niños con TDAH continúa presentando los síntomas hasta la vida adulta.

Históricamente este trastorno ha recibido distintas caracterizaciones e innumerables denominaciones, lo que dificulta las consultas de la literatura especializada. Cabe agregar que el acrónimo inglés ADHD (Attention-Deficit Hyperactivity Disorder) es ampliamente utilizado para referirse a este síndrome.

Una vez reconocida la existencia del TDA-H, a través de un diagnóstico de un profesional médico como neuropediatría, psiquiatra infantil, psiquiatra o neurólogo, formulado en base a la clínica ya que en estos momentos no existe ningún tipo de prueba de laboratorio que pueda analizar si una persona tiene TDA-H, dicho profesional debe realizar un plan de tratamiento que debe adaptarse a las características individuales del niño y a agentes externos, como la familia o el entorno social.

Por ello, está comprobado que el tratamiento multidisciplinar es exitoso y permite una evolución positiva del trastorno.

Este trabajo conjunto de diversos profesionales supone coordinar simultáneamente tratamientos de tipo farmacológico, psicológico y psicopedagógico.

Ninguna de estas intervenciones es exclusiva, es decir, no puede ni debe, sustituir a las demás.

La convivencia con un niño o adolescente con TDA-H no suele ser fácil. Este trastorno, como hemos dicho, puede ocasionar serios problemas en el desarrollo de una persona, entre ellos, una disminución del rendimiento académico, dificultades en la adaptación social y llegar a un futuro cargado de serios desajustes emocionales.

Por esta razón, les aconsejamos que consulten a un especialista ante cualquier sospecha y que procuren que el tratamiento multimodal conviva con el Trastorno desde el primer momento.

Con la detección precoz y las medidas médicas, sociales y familiares adecuadas evitaremos percances a lo largo de la vida, consiguiendo que el TDA-H forme parte de la vida de la persona sin ser un enemigo, ni un problema , con el que combatir.

 

Síntomas de hiperactividad:

  • El niño no para quieto ni un minuto. Suele moverse en exceso, incluso sentado. 
  • Es incapaz de permanecer sentado durante mucho tiempo y a menudo abandona su asiento en clase. 
  • Corre o salta en momentos inapropiados. 
  • Tiene dificultades para jugar tranquilamente; le gustan los juegos movidos y ruidosos. 
  • Esta siempre muy activo, como si tuviera un «motor». 
  • Suele hablar excesivamente. 
  • Da respuestas precipitadas, incluso antes de que acaben de formular la pregunta. 
  • Es incapaz de guardar turno en las colas o en actividades. 
  • Interrumpe a los demás; toca cosas que no debe o hace tonterías. 

Síntomas de desatención:

  • No presta atención a los detalles; es descuidado y el trabajo escolar suele ser sucio y desordenado. 
  • Tiene dificultades para estar atento incluso en los juegos. 
  • Parece no escuchar cuando se le habla, como si no oyera o como si tuviera la mente en otro lugar. 
  • Le cuesta seguir instrucciones y órdenes. 
  • Le resulta difícil organizar sus actividades y a menudo pasa de una a otra. 
  • Evita situaciones que necesitan concentración, como dibujar. 
  • Acostumbra a perder cosas importantes para casa o el colegio (ejercicios escolares, juguetes, libros…), que trata sin cuidado. 
  • Se distrae fácilmente con cosas triviales que pasan desapercibidas para los demás 
  • Es muy despistado: olvida los deberes, el bocadillo… 

Estos síntomas tienen que estar presentes, al menos, un tiempo mínimo de seis meses en la vida del niño, y de una manera constante, para que se pueda llegar a sospechar que el niño tiene TDA-H.